La de hoy, es una historia tragicómica.
Tiene que ver con mi hermana y la ropa de mi boda, pienso a
la distancia en el tiempo, que a veces las personas adultas abusan de los más jóvenes.
Es la historia del vestido.
Mi vestido claro, no podía ser de otra manera, lo hizo mi tía
Mirtha, modista de profesión, un orgullo
para mí que lo hiciera, y no me equivoco al decirlo, porque lo sé en lo
profundo de mi corazón, también para ella.
Bajo la mirada atenta de su maestra, mi tía abuela, doña
Rosario Troccoli, una leonina con una polenta, e intolerancia importante.
Su exigencia llegaba a límites increíbles, pero tenía una habilidad
impresionante para todas las tareas manuales.
Brava la mujer, había perfeccionado su trabajo a límites
impensados.
Si uno sabia llevarla era generosa, pero la verdad…había que
tener mucha paciencia.
Silvana estaba de novio con un chico de Lanús, amigo de mi
ex, vecino del barrio, cuyo apodo no me atrevo a escribir, por malas
interpretaciones.
Me acuerdo y me rio sola, era un diminutivo bastante
insultante para mi gusto, lo llamare Piolín, ahí está, es parecido pero no es.
La madre del mentado caballero, doña Juana, también era
modista. (Su nombre lo preservo)
Mi ex suegra, la reina madre como la llaman y esta mujer, habían
sido amigas hacia tiempo, por razones que no quiero mencionar porque no vienen
a cuento, habían estado peleadas. Pero la apertura y amistad de los hijos, permitió
la reconciliación.
La mujer tenía ascendencia árabe, y solía bailar al compás
de esta música meneando sus caderas a ritmo.
Rellenita, de baja estatura, ojos negros, delineados de
negro, pelo negro y rizado.
Casada con un tipo altanero y machista, reinaba entre su
marido sus dos hijos.
De sonrisa fácil, simpática, no me terminaba de caer bien la
verdad.
Dios me perdone, pero me irritaba, lo que consideraba una
actitud falsa con mi hermana.
Y no me equivocaba.
Era la encargada de hacer los vestidos de Silvana, mi cuñada
Beatriz y mi suegra, por aquella época.
Acompañó a mi hermana a comprar la tela, un lurex brilloso
color lila, y un jersey liso de color parecido.
El mentado vestido seria una pollera campana con un top
liso. Bello.
Pero….con esta gente siempre había un pero…le hizo comprar a
Beatriz las mismas telas en negro, y le dijo, o eligió o no sé qué diablo se le
cruzo, el mismo vestido!!!
Me dio un ataque, mi hermana se lo tomo con calma, yo la quería
matar.
No podían ir vestidas igual!!
Alguien tenía que cambiar el look, y fue mi hermana.
En esta parte ya no sé si reír o llorar.
Le hizo una calza, con una blusa, con un escote…que ya verán
su historia.
Esta ropa hoy no asombraría a nadie, pero casi 40 años después
podrían usarla las chicas para ir a bailar, así que podrá imaginar lo que era.
Llego el día de la fiesta, Silvana tenía que vestirse y mi
padre la verla!
Casi se desmaya!!! No puedo parar de reírme, hay fotos,
quedará en el recuerdo.
Parecía una vedette!!!
A la otra la vistió de reina.
Ya no había más que poner cara de feliz cumpleaños, y seguir
con la situación.
Así fue vestida, y al momento de las ligas, le sacaron la remanida
foto.
Nadie lo vio en el momento, pero al revelarla, se ve a mi hermana inclinada hacia adelante,
mi ex, mirándole las tetas, una instantánea que quedo para siempre.
Cuando la familia del novio y el mismo novio vieron la foto,
se indignaron.
Acusaron a mi hermana de tener algo con mi ex.
La vistieron de cortesana y la cuestionaron por puta.
Manchando además a personas como Pedro que no tenía nada que
ver.
Dios Mío, lo que no entiendo es por qué me prendí en todas
estas actitudes imbéciles.
Por eso hoy, que lo recuerdo y lo escribo, quiero hacer una
catarsis.
Mi pobre hermana lo paso muy mal después de esto, porque además
ambos trabajaban en la misma empresa.
Jamás, pero jamás alguien podría ser tan perverso.
Pero como siempre digo juzga el ladrón según su condición.
Cuento esto para ayudarme a mi misma a entender hasta donde
llega el resentimiento de algunas personas.
Hoy tengo nueras…y confieso que a veces duele ver a tu hijo
mirar con ojos amorosos a otra mujer que no sos vos.
Pero más triste es ver a tu hijo convertido en un títere sin
personalidad, finalmente esa relación se rompió.
Por eso le doy gracias a Dios, por lo menos nos libramos de
esa gente.
Y hoy a la distancia y en el tiempo, si me lo permiten, les
digo a todos ellos, buena suerte, buena vida.
Esta historia continuará.
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